20 de abril de 2016. 23:08 h. Residencia del alcalde de Arrecife.
1,9. 1,9. 1,9. La cifra no se me va de la cabeza. Fianza, juicio oral, Inelcom, Tunera, la madre que las parió a todas, coño, quién me mandaría a mí, maldita la hora que... y mira que me lo advirtió Antonio pero... bueno, por lo menos el PSOE es un partido serio y los códigos éticos nos los pasamos por el f... pero qué cagada joder, con lo bien que iba todo, justo ahora que...
Tocan a la puerta.
- “¿Sí? ¿Quién es?”
- “Hola, vengo de Inelcom, a ver si me podía pagar unas facturas”
- “¿QUÉ?”
- “Es broma, joder, jajaja, soy yo, el Carlitos, abre hombre”
- “Pasa. ¿Qué quieres?, no estoy para bromas”
- “Nada, joder, levantarte un poco el ánimo hombre. Comparado con mis diez millones lo tuyo es una limosna”
- “Menudo consuelo, muchas gracias”
- “Que sí, hombre, además tu partido es muy agradecido, seguro que te ponen a dirigir el ISTAC o algo, jajaja”
- “Mira, si me vas a tocar los cojones mejor lo dejamos”
- “Bueeno, bueeeno, como se me pone el alcalde. Pues nada, lo dicho, arriba España joder, jajaja, no te lo tomes tan a pecho homb...”
Llaman a la puerta de nuevo.
- “¿Sí? ¿Quién es?”.
- “Soy yo, Lorenzo”.
- “¿Lorenzo?”.
- “Sí, joder, Lemaur, abre la puerta”.
El exconcejal del Partido Popular llevaba puesto su pijama de cuadros lleno de lamparones. Su mirada era aún más loca que de costumbre.
- “Hola Jose, hostia, el Saenz, ¿y este que hace aquí? Chacho tío, ¿viste eso? Tremenda enculada compadre. Me piden 640.000 euros. Me van a embargar hasta el tablero de ajedrez”
- “Si, bueno, lo mío es peor. ¿Qué quieres?”
- “Mira, es que estuve pensando una cosa. Y a ver qué opina Carlos también. Digo yo, a ver, nosotros en realidad no parecemos delincuentes, ¿no?”.
- “¿Aha?”
- “Pues está clara la cosa, socio. Con nuestro buen nombre no nos debería costar demasiado hacer un croasanfunding de esos y que sea la gente la que nos pague la fianza. Total, si casi nadie lee los periódicos, les decimos que es para pagarnos un tratamiento contra el Alzheimer precoz y ya está, con lo que vamos a decir al juez seguro que nos creen”.
- “¿Pero qué coño dices Lorenzo?”
- “Que sí, hombre, que está a huevo, que seguro que...”
Llaman otra vez a la puerta.
- “Joooder, esto parece La Miñoca, ¿quién es?”
- “Soy yo, Miguel Ángel”
- “¿Pollorronco?”
- “Sí, joder, abre”
- “¿Qué haces aquí?
- “¡Coño! ¡Pero si estamos casi todos! ¿Qué está pasando aquí?”
- “Nada, una fiesta improvisada por lo visto, ¿qué quieres?”
- “Pues nada, carajo, que me piden 523.000 euros de fianza y estuve pensando”
- “Qué peligro, ¿tú también quieres hacer un colecta?”
- “¡Qué coño! ¡Déjate de mariconadas! Vengo a hablar en serio”
- “Pues habla, a ver”
- “Mira, yo viví algo parecido a esto hace años con Nuria, y creo que tenemos que hacer lo mismo que ella”
- “¿Lo mismo que ella?”
- “Sí, coño, en Coalición nos recibirían con los brazos abiertos, allí no es tan raro estar imputado y seguro que nos consiguen algo bueno”
- “Estás loco, ¿es que crees que el partido socialista no va a defenderme?
- “Tú verás lo que haces, pero yo no me arriesgaría”
- …
De pronto se hizo un silencio. Allí estaban, en el recibidor, Jose, Carlos, Lorenzo y Miguel Ángel. Se miraron a los ojos y el silencio se hizo aún más profundo mientras todos pensaban lo mismo: esto tenía que pasar algún día. Arrecife no era el patito feo de la isla por casualidad. Junto con Inalsa, el vertedero de Zonzamas y los Centros Turísticos, al margen de las licencias urbanísticas, el municipio había sido el gran foco de la corrupción insular. Con cara de arrepentido, Montelongo miró a Lemaur, le puso una mano en el hombro y le dijo:
- “¿Cómo decías que se llamaba esa web de crowdfunding?”