San Ginés confiesa sentir “un morbo sin límites” provocando a Marciano Acuña con el pleito de la Cueva
EL ALCALDE, CANSADO DE SER “EL VALDERRAMA” DEL PRESIDENTE
Ante el nuevo recurso presentado por el Cabildo reclamando otra vez la titularidad de Jameos del Agua y Cueva de los Verdes, el presidente reconoció ayer públicamente que siente “un morbo sin límites” provocando al alcalde de Haría, su compañero de partido Marciano Acuña. “Me gusta pensar que Marci es un juguetito a mi disposición. Él sabe que lo puse en Haría solo para zanjar el problema de la Cueva, pero tendría que darse cuenta de que se está portando como un niño muuy malo, y no hay nada en el mundo que me ponga más”, confesaba ayer San Ginés.
“Esta presidencia es capaz de soportar estoicamente las críticas de la oposición, que para eso están. Incluso puedo aguantar bien las leves críticas que me hacen a veces el resto de partidos del grupo de gobierno, aunque se nota que me tienen miedo porque no me suelen decir mucho. Pero definitivamente, cuando las críticas vienen de un compañero de partido, siento un calor interior que me pone a cien y no puedo parar hasta que lo destruyo políticamente. Es superior a mis fuerzas. Este impulso viene de muy adentro”, reconoce San Ginés.
Por su parte, Marciano Acuña ha respondido al presidente con unas duras declaraciones en las que ha afirmado que está “perplejo” ante “el manoseo político constante” de su compañero de partido y le ha advertido que no será “su Valderrama eternamente”. Para el alcalde de Haría, “uno tiene su dignidad aunque sea pequeñita, pero Pedro está cada día más fuera de control. Por el bien del partido tendríamos que hacer algo con él urgentemente. Nos está llevando a la ruina política”, dijo con cara de preocupación.
En este sentido, Acuña ha querido dejar claro que no va a participar en los actos que San Ginés tiene preparados el próximo mes de octubre para conmemorar sus ocho años en la Presidencia. “Por lo que me ha dicho está pensando en un gran desfile en el que él iría en un carro tirado por caballos. Me ha propuesto que yo vaya en su carro, detrás, sosteniéndole una corona de laureles sobre su cabeza, al modo en que lo hacía Julio César, pero le he dicho que eso es demasiado y que conmigo no cuente. Por lo visto se lo ha pedido a Pepe Juan Cruz y, como siempre, le ha dicho que sí”.
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