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Cuando tomó posesión como presidente del Cabildo, Mou Sanginés se autocalificó como el nuevo cantinero del chiringuito. Y la verdad es que no era dificil imaginarlo sirviendo unas copichuelas a algunos para celebrar que había tomado el poder en materia urbanística y territorial. De hecho, las malas lenguas dicen que algún que otro hotelero sin mucho fervor religioso le había puesto una velita a San Ginés para ver si se arreglaba lo de su hotel ilegal.

Lo cierto es que cada vez que los muchachos de Coalición Canalla cogen la Consejería de Política Territorial del Cabildo, es como si una nube narcotizante los adormeciera (un efecto que, casualmente, también se nota en sus medios de comunicación afines). Ya ocurrió con Armario Ropérez, que pidió en su día tranquilidad, que aquí no pasaba nada, que todo estaba controlado.

El argumento de Mou San Ginés viene a continuar una larga tradición de excusas para que los hoteleros que se pasaron la ley por el forro se terminen saliendo con la suya. Primero fue aquello de “¡pero si los hoteles están nuevitos y son preciosos!” y ahora es “¡con la crisis que hay! ¿a quién le va a interesar que se cumpla la ley?”. Pues sí, Mou, hay gente a la que le interesa que se cumpla la ley, que para algo está. Y hay mucha gente que está deseando ver una señal de que construir un hotel con dos plantas más de las permitidas (como el Princesa Yaiza) o infringiendo todas las normas habidas y por haber (como el Papagayo Arenas) debe conllevar una consecuencia para el propietario que infringió la ley.

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