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Creado en 21 Marzo 2011 0 Comentarios

Lo sigue intentando

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Pocos días después de que el Juzgado desestimara el recurso que presentó contra el edificio que alberga la sede de la FCM en Arrecife, Juan Francisco Rosa ha presentado una nueva denuncia contra la institución cultural, esta vez por acoso sexual contra tres ejemplares del mariposario que posee en su casa de Uga.

“No pararé hasta conseguir que la Justicia me dé la razón en algo”, ha manifestado el empresario en un estado de evidente excitación nerviosa. “Lo que está pasando en esta isla es de locos”, añadió. “Se están pisoteando los valores más elementales, como el de mostrar el debido respeto a los ricos”.

Según el comunicado remitido, los hechos debieron ocurrir la semana pasada, ya que el sábado al atardecer, cuando Rosa se disponía a dar el beso de buenas noches a sus mariposas, se fijó en que tres de ellas se encontraban “algo alicaídas, lo cual es muy extraño en mis pequeñas”. Al parecer, una de ellas le confesó al oído que “un hombre alto canoso y otro más bajo con barba” habían abusado de ellas. “Incluso les pedí que me dibujaran un retrato robot y no había lugar a dudas: eran los dirigentes de la FCM”, sostiene el propietario del hotel Princesa Yaiza.

Según consta en el texto de la denuncia, elaborada por Felipe Fernández Camero, “este acto deleznable pone nuevamente de manifiesto la envidia que me tiene la Fundación y el doble discurso de la institución, que dice defender el medio ambiente pero lo único que quiere es aprovecharse de él. Una cosa es que me denuncien los hoteles y que me impidan derribar El Mercadillo, y otra es extralimitarse con mis mariposas”.

La afición de Juan Francisco Rosa a las mariposas le viene desde hace muchos años, según nos comenta Antonio, psicólogo y amigo de su juventud: “Las mariposas siempre fueron su debilidad, y nos solía decir que tenía mucho en común con ellas. Una vez, incluso comentó que él se veía como una mariposa y que la isla era como una gran flor, y que su objetivo en la vida sería chuparla y chuparla hasta dejarla seca. Estaba claro que era un caso de esquizofrenia euro-zoofílica”.

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