Rafael Lasso: “Tengo contraída con mis sobrinos una deuda incalculable”

CRÓNICA OFICIAL DE UN DOMINGO EN FAMILIA

Ayer fue un día histórico, sobre todo para los Lorenzo. Como si de la familia Real se tratara, todos acudieron a la inauguración del proyecto público que intentará salvar de la quiebra al puerto deportivo Marina Rubicón. Primos, nietos, sobrinos... los niños corrían con alegría por el dique del puerto mientras sus padres les decían al oído: “aprendan, hijos, esto se llama corrupción y se hace así”.

Fue un día muy especial. Echedey, el consejero pollardela de Turismo, casi con lágrimas en sus grandes ojos, comparaba a Pedro San Ginés con Pepín Ramírez, lo que levantó suspiros y causó alguna indisposición entre los asistentes. Poco después, el propio presidente, encorsetado en una chaqueta verde talla XS similar a la que se entrega al vencedor del Master de Augusta de golf, aseguró sin complejos que César Manrique hubiese gemido de placer al conocer este proyecto, lo que provocó de inmediato algún que otro desmayo y una vomitona colectiva.

En su turno de intervención, Jason de Caires, un artista profundamente comprometido con el medio ambiente, agradeció a Hormiconsa por la gran calidad del hormigón suministrado, y por el gesto de su cara se podía comprobar que, en el fondo, se moría de ganas de criticar la destrucción de la playa de Berrugo y de los sebadales cercanos que supuso la construcción del puerto deportivo Marina Rubicón, pero no era el día de quedar mal con los anfitriones.

El ambiente festivo de las intervenciones se prolongó en el barco “Piratas de Papagayo” que trasladó a autoridades y periodistas a la zona de los hundimientos de estatuas. Elegantísimo como siempre asistió el letrado sobrevenido Ignacio Calatayud con un conjunto de pantalón pitillo y zapatos de punta que causó admiración entre los presentes. También viajó en el “Piratas de Papagayo” el exconsejero socialista Joaquín Caraballo, que se confundió de barco ya que pensaba que iba a una excursión a Alegranza.

Emocionado desde la cubierta, tal como recoge la imagen, Rafael Lasso fumaba un puro y sonreía, quizá pensando “qué fácil sigue siendo engañar a la gente”, quizá pensando lo maravilloso que es tener a sus sobrinos José Juan y Mariate tan bien colocados en el Cabildo y en el Gobierno de Canarias, desde donde financian el museo que dará vida a Marina Rubicón. “Sabía que me ayudarían a reflotar el puerto porque somos una familia muy unida”, confesó Lasso. “A partir de hoy”, confesó, “me gustaría que nos llamaran la Royal Lorenzo Family de Lanzarote”.

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