De un plan parcial promovido por “lo mejorcito” de los promotores urbanísticos (Francisco Ruptelas Carmona, “il catastrato”), avalado por la crème de la crème de la abogacía cementera (Fdez. Camelo) y aprobado por la alcaldesa más chachi que ha tenido Arrecife (Chabeli Déniz) no podía salir nada bueno. Y no salió.
El único problema con el que se toparon es que, en vez de tocarles un vecino colindante “pacífico”, o cuando menos “negociable” (de esos a los que les quitas un cacho de terreno y, o no se enteran, o lo arreglan a un precio razonable) se encontraron con un muro parecido a aquél que puso de patitas en la calle al propio ex secretario del Ayuntamiento de Arrecife.
El resto de la historia la conoceremos en las próximas semanas y meses. De momento, nos quedamos con la bella estampa de ver entrar a declarar en los juzgados a unos individuos que han constituido en Lanzarote una verdadera “familia” para proteger los grandes intereses especulativos e inmobiliarios. Tan sobrados, que creen que todo el monte, incluido el rústico de protección territorial, es orégano.