La historia seguro que la conocen. Chica conoce chico y dicen, “¡ño, qué caro!”. Chica convoca manifestación contra el monopolio y es un éxito. Y cuando llega la hora de montar una asociación de defensa de los consumidores, unos aprovechados tratan de rentabilizar el trabajo de la chica y el chico y de hacerse con el control del colectivo llevándose a la familia entera a la reunión para que les voten “democráticamente”.
Eso es, resumidamente, lo que ha ocurrido con la asociación de consumidores de Lanzarote, recientemente creada para tratar de bajar el precio de la cesta de la compra, y en la que ya se han infiltrado algunos profesionales de la marrullería asamblearia cuyas primeras aportaciones para solucionar el problema fueron: “¿Y tú de dónde eres?” o “¿Y qué empresario está detrás tuyo?”. Puro afán de participación y entendimiento, vamos.
Así que los consumidores de Lanzarote hemos vuelto a ser estafados, además de por Hipertimo y Spar, por una serie de ciudadanos que se han aprovechado de las reglas democráticas y de la buena fe de algunas personas para desactivar un movimiento que empezaba a coger fuerza, y que necesitamos que esté en buenas manos.