El asunto de la portada de El País ha servido para un montón de cosas.
Primero, para que toda España sepa que en Lanzarote existen una serie de hoteles que operan ilegalmente debido a la corrupción urbanística.
Segundo, para que se sepa qué hoteles son esos, lo cual es muy útil por si algún turista sensibilizado con el cumplimiento de la Ley tiene la feliz idea ser selectivo a la hora de elegir hotel en su visita a la isla.
Tercero, para que empiecen a sonar fuera de nuestras fronteras nombres vinculados a esas malas prácticas urbanísticas, como el del “prestigioso” abogado Felipil Fernández Camelo, a quien hace poco calificaban en el diario canariasahora.com como “el Roca lanzaroteño”.
Y cuarto, y no menos importante, para que todas las patronales empresariales y algunos partidos políticos y medios de comunicación de Lanzarote, con la excusa del presunto “daño” a la imagen de la isla, se hayan quitado la careta para posicionarse a favor de la impunidad de esos hoteles que se saltaron la Ley y en contra de cualquier límite al crecimiento turístico.
En la foto ya han quedado retratados como proyectiles contra la legalidad y como defensores de la mano que maneja la pistola, que es la mano de los grandes intereses especulativos de Lanzarote.