Hay que reconocer que sería una noche especial, casi mágica. 23 de junio de 2009. A los hoteles ilegales de Playa Blanca se les pega fuego para celebrar el triunfo de la legalidad frente a los golfos que los construyeron. Además de abaratarse mucho los costes de demolición, el acto sería una fiesta de los ciudadanos ante la especulación de las últimas décadas, ante la corrupción política que los hizo posibles y ante los desequilibrios sociales que han provocado.
Alguno seguro que sugeriría quemar también el edificio del Cabildo, y no lo íbamos a lamentar mucho, pero eso ya lo dejamos para 2010.