En realidad, tiene más de reinona que de rey. Y es que Jorge Farsá es de esos opinadores leídos pero de pocas entendederas, que intentó conquistar el reino de la intelectualidad lanzaroteña, pero al no lograr que nadie se percatase de su inmensa sabiduría de bolsillo, terminó convirtiéndose en una caricatura de sí mismo.
Aunque dice ser de izquierdas y ecologista, sus artículos de opinión destilan, por encima de otras características, su obtusa visión de la realidad y, sobre todo, su persistente empeño en tocarle las pelotas a los de su propio bando, haciéndole un trabajo magnífico a todos aquellos a los que, por otro lado, dice que son el demonio.
Y así, con el paso de los años, ha tratado de alejarse tanto de la opinión de voceros como el Colilla, que al final el giro ha sido de 360 grados, y sus tesis han terminado siendo idénticas a las de los desinformadores profesionales del Lamelot. Es lo que tiene la “independencia radical”, que termina uniendo estrechamente a los extremos (supuestamente) más opuestos.
Así las cosas, lo que comenzó siendo un articulista cínico se acabó convirtiendo en un aspirante a pope intelectual que escribe más por vanidad que por respeto a la verdad, y que muestra sin pudor sus filias, sus fobias y su moralina de todo a cien cada vez que abre la boca.