El homenaje

Si en el monte Rushmore de EE.UU. tienen la famosa escultura de los cuatro rostros de los presidentes americanos, queremos proponer un equivalente para la isla de Lanzarote y el risco de Famara.

Solo que en esta ocasión los homenajeados no van a ser obviamente ningún presidente insular (con la cara que tienen nos quedaríamos sin risco), sino las víctimas de tantos años de inestabilidad política, de proyectos paralizados por sus disputas partidistas y sus juegos de poder, de necesidades urgentes olvidadas porque ellos estaban (y están) a lo suyo.

Una escultura monumental que refleje de manera sensible el trato que hemos recibido por parte de una clase política que sigue enterrando la inteligencia y apostando por el todo vale con tal de ganar y trincar el sillón y las perras.

La verdad es que hay pocos partidos que no huelan raro. Ya sea por el nivel de disparates de sus intervenciones, por el victimismo habitual, por las revanchas partidistas o por el uso sectario del poder, todas las formaciones políticas llevan en sus genes estos vicios que tanto los alejan de los ciudadanos que sólo quieren un poco de sensatez.

Pero entre esos partidos hay algunos especiales. No ya el PIL, al que los últimos acontecimientos obligan a cambiarle el nombre, ya que lo de partido político no parece adecuarse a la realidad de su función eminentemente delictiva.

Pero si el PIL ha sido un gran culo del que han salido innumerables infecciones políticas, será justo reconocer que el PNL es una gran almorrana (esto más que un analogismo es un anologismo). Hemos conseguido una foto del proyecto de instalación de su próximo congreso (si es que lo hacen), donde aparecen sus tres máximos dirigentes, discípulos aventajados de Dimas y Honorio, y fieles representantes de las formas de hacer política basadas en la especulación y la corrupción que nos han causado repulsión durante tanto tiempo.

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