Estaba en todas las apuestas. El menos presunto de los corruptos de la isla pasó ayer a disposición del juez Pamparacuatro y tendrá que explicar por qué, al parecer, se fue de vacaciones a Kenia con Chabeli a cuenta de Urbaser, esa empresa dedicada a tratar con la basura.
Hoy Lanzarote es, como ocurrió con la imputación del mejor cliente de Camero, Juan Francisco Rosa, una isla donde se respiran nuevas esperanzas. Que este señor desaparezca de una vez por todas de la vida pública insular es una de ellas. Que ningún medio de comunicación, por desvergonzado que sea, se atreva a defender criminales, es otra.
¡Felicidades, lanzaroteños! Una de los grandes obstáculos en el camino de la limpieza democrática insular se encuentra, desde ayer, en su lugar natural.