El arranque de precampaña del Partido Popular en Lanzarote, de la mano de su presidenta Astrid Pérez, fue de esas que te provocan una doble reacción: primero, la carcajada de ver que políticos de la talla de Astrid pretendan que creamos que son gente decente. Segundo, la repugnancia habitual que se siente cuando alguien miente tan descaradamente sin ruborizarse.
Se le olvidó a Astrid hacer mención a su jefe, uno de los peores personajes que ha parido la política canaria, como se le olvidó mencionar que en Lanzarote se hace lo que Soria manda. Y ya de paso se le olvidó mencionar las conversaciones grabadas por la UCO de su compañero de partido en Arrecife, Joel Delgado, que hoy es ya uno de los grandes documentos sobre la corrupción en la isla. O que su “maravillosa gestión” en los centros no corresponde sino a un nuevo ejercicio de maquillaje contable vendido por los medios afines. Ese debe ser el concepto de decencia que Astrid tiene en su cabeza.