Tras lograr quitarse el vestido de típica de la romería con una motosierra, nuestra estrafalaria Rita Lonario hizo unas de sus habituales declaraciones no apta para personas sensibles. Con su tono casual y desenfadado, y tras ser preguntada por su opinión sobre la situación de los hoteles ilegales en Lanzarote, soltó una genial frase para la posteridad: “Yo esta situación la veo como si tuviésemos un enfermo delante, no podemos dejarlo morir, tenemos que atenderle y resolver su problema”.
Sin aclarar si con lo de enfermo se refería a los propios hoteles o a sus dueños, la gran Rita volvía a hablar como si por ella no pasara el tiempo, como si siguiera siendo aquella joven gerente de Asolan que hablaba por boca de los empresarios hoteleros que le pagaban su sueldo.
De la misma manera que hay muchos que echan de menos a Aznar por el juego que daba a la hora de parodiarlo (aunque gracias a sus machurringadas sigue estando en el candelabro), todos vamos a extrañar a Rita cuando deje de ser consejera. Sus paridas, sus meteduras de pata y su poca predisposición para prepararse sus intervenciones (a los asesores los tendrá de adorno) serán recordadas por siempre con una mezcla de cariño e indignación.